Me siento y veo que hay una persona sentada delante de nosotros que normalmente no está. Después de un cuatrimestre, todos nos solemos sentar con un grupo, o al lado de alguien, delante o detrás.
Le pregunto a un compañero quién es y me escribe: FERMÍN.
No caigo en quién es Fermín. Pienso en nombres de profesores, en antiguos compañeros y nada.
Finalmente, Fermín empieza a hablar. No le veo la cara, sólo la espalda y su jersey marrón. A su derecha, una chuleta con letra minúscula, que no ojeará en toda su exposición. Es lo que tiene hablar desde la experiencia; no hay que memorizar.
Fermín contó su historia pasando por su trabajo de carpintero, llevándonos al Pozo del Tío Raimundo, invitándonos a una cooperativa fracasada en el intento de sobrevir soplando vidrio y nos ilusionó con su proyecto actual en Pedruna. Todo eso no se aprende en una Facultad.
Contó la historia de sus compañeros de clase, incluida la de un hombre que trabajaba en un barco mercante, y la de arquitectos que pensaban que la Sociología les ayudaría a hacer mejor su trabajo. Unos triunfadores. El profesor recordó la vivencia de un mecánico de Teléfonica que tras 10 años consiguió encontrar trabajo como sociólogo. Otro triunfador.
Todos ellos con el esfuerzo, la dedicación y el afán de superación, consiguieron alcanzar sus metas. Esperemos conseguirlo nosotros también.
jueves, 28 de enero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario