Las marcas no nos engañan

Hoy se ha planteado en clase el debate entorno a las marcas. Personalmente, creo que las marcas no nos engañan y lo pienso por varios motivos.

En primer lugar, siempre se venden a sí mismas como un estilo de vida, como una aspiración, como un mundo del que todos queremos formar parte. Quizás, se trata de una prueba más de que el consumo es una forma de evadirnos, de transformarnos.

Por otro lado, la maquinaria empresarial de una marca es consciente, por ejemplo, de que el cocodrilo de Lacoste se come al polo (Naomi Klein dixit). Lo importante es el cocodrilo, el jugador de polo de Ralph, la estrellita de las Converse, la CK de la montura y así hasta el infinito. Por eso, en ese sentido, no nos engañan tampoco.

Y finalmente es interesante una pregunta que ha planteado una compañera en clase: ¿es la marca la que nos hace exclusivos o el que utiliza esa marca el que la hace exclusiva? Así que, puede ser que la relación no sea tan unidireccional como todos pensábamos al principio.


Pero ha quedado evidente en clase que, a pesar de que muchos lleváramos algo de marca, ya fuera unas zapatillas, una sudadera, unas gafas, un reloj, las marcas no despiertan simpatías. En mi caso, ahora están bajo mínimos de popularidad. Y el motivo es sencillo, porque ahora con la crisis las marcas se venden a sí mismas como un valor seguro. Así se llama una campaña publicitaria en la que diferentes famosos defienden una marca. Resulta que combaten ese pecado capital que hemos cometido los consumidores (otra vez, culpables de todos los males, incluidos los de las multinacionales) de comprar marcas blancas. Si al final seremos unos revolucionarios...